Conoce Los Roques, Venezuela

No estamos hablando del típico resort del Caribe con todo incluido. Esta joya de la naturaleza es en realidad un conjunto gigante de islas, cayos, atolones y bancos de arena. Las islas están a corta distancia entre ellas, y en mucho casos se tocan por la poca profundidad de las aguas. La arena es de las más finas del mundo y sus aguas, tranquilas y mansas,  albergan infinidad de peces de colores que viven en un silencio oceánico a poca profundidad, entre corales, algas y arrecifes.

Este Parque de Arrecifes, forma una plataforma entre islas y cayos, se puede caminar de una isla a otra por encima de los bancos de arena, que en realidad es una superficie continua pero que con las diferentes alturas de la arena, aparecen y desaparecen, creando las islas. El Archipiélago tiene una extensión superior a los mil quinientos kilómetros cuadrados, es un gran parque natural de gran belleza. Lo componen unos 50 cayos y más de 300 bancos de arena que parecen islas. El gran Roque es la isla poblada, hay alguna incluso más grande pero El Gran Roque tiene casi dos mil habitantes fijos y está urbanizada.

La vida en estas islas es totalmente de relax, los alojamientos son  posadas, casitas de diferentes colores dispuestas a lo largo de la orilla del Mar Caribe. Estas posadas con capacidad máxima de veinte personas y en algunas ocasiones de cinco, no son hoteles, algunas son pequeños bungalows situados en los cayos que dan la apariencia de estar en una isla. Por lo tanto, es un lugar algo perdido, sin discotecas ni aglomeraciones, casitas pequeñas, poca gente, pero una tranquilidad y una paz sin igual. Hay que buscar bien para encontrar vuelos y estancia, hay forma de pasar el día en las islas por su cercanía a Maiqueita y Porlamar en la isla Margarita de Venezuela. En avión son 30 minutos más o menos. Existe la posibilidad de ir en yate o velero y desplazarse por el archipiélago navegando. El atractivo mayor de este tesoro del Caribe, es simplemente la tranquilidad y el poder vivir unos días en un mundo perdido, sin ruidos y sin problemas, únicamente con la mente puesta en esa espléndida langosta que nos vamos a comer a la orilla del mar Caribe, en unos de los pequeños pero deliciosos restaurantes que lo pueblan. En la próxima ocasión , conoceremos las islas que componen este paraíso caribeño.

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