

Si es tu primera vez a bordo de un crucero, lo más probable es que te cueste adaptarte a los cambios y los protocolos convencionales que suelen realizarse a lo largo del viaje. El arribo para cada destino tampoco se libra de estas peculiaridades que al principio pueden resultar chocantes, pero con un poco de paciencia y calma se pueden sobrellevar.
En ese sentido, uno de los detalles más curiosos tiene que ver con las constantes conversaciones con otros tripulantes. No hay nadie que se quede callado, por el contrario, durante el día es posible conocer a muchas personas de diferentes países. Eso sin mencionar al personal del servicio del barco, que también suele ser excesivamente amable y amigable. Si eres una persona empática y social, entonces este inconveniente no te afectará.
Debido a los movimientos forzados que produce el mar, es prácticamente imposible dormir de costado. El barco suele moverse de un lado a otro, ocasionando que tu sueño se vea interrumpido (especialmente la primera noche).
Ahora es el turno de hablar sobre la comida que se sirve en los cruceros, que básicamente ofrece el mismo menú de platos todos los días. La poca innovación de comidas se aprecia mejor durante la mañana, donde hay poca variedad de títulos para el buffet.
Como se sabe, también suelen asignarse mesas y turnos al momento de cenar, una situación que incomoda a algunos turistas debido a la ubicación que se les ha designado. En estos casos, es complicado optar por una mesa en especial.
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