En su momento la Isla de Guadalupe ha sido el refugio ideal para exploradores, pero también para piratas que usaban el lugar para abastecerse en sus largos recorridos por los mares. En la actualidad aún se pueden ver los vestigios de esa época. Es asombroso detenerse a ver las grandes rocas, donde se encuentran inscritos los nombres de los capitales y los barcos que visitaron este lugar.
Lamentablemente, como consecuencia del cambio del clima, muchas especies pertenecientes a su flora pueden llegar a desaparecer. El clima es frío y en determinadas épocas del año existe una temporada de lluvias que puede prolongarse bastante. Esto último genera que las semillas deban germinar en los pequeños espacios que se van encontrando entre las rocas.
Hace poco más de un siglo que en el lugar existía un bosque de mediana altura en la parte sur de los montes. Este bosque se extendía hasta los valles desde donde se podían disfrutar de especies únicas como, por ejemplo, el junipero de Guadalupe, cuyo último ejemplar murió en el año 1983.
En la actualidad la superficie ofrece plantas que lentamente han sido introducidas por el hombre desplazando la vegetación originaria. Foto | Flickr