Además, cuenta con una extensión cercana a las 1.000 hectáreas en las que encontramos una exuberante vegetación, distintas especies animales y una gran cantidad de restos arqueológicos, muy comunes en aquella zona.


Sobre el río Bacunayagua cruza en la actualidad una carretera conocida como la Vía Blanca, de la cual forma parte el puente más alto de Cuba (con una altura máxima de 110 metros), siendo este, el punto desde donde mejor se puede contemplar el valle.
Por su parte, el río Yumurí, una vez sale del valle, desemboca en la gran bahía de Matanzas. Desembocadura donde se levanta la ciudad del mismo nombre.


El mayor atractivo del Valle Yumurí es, sin duda alguna, la enorme cantidad de espectaculares paisajes que guarda en su interior, en especial aquellos situados en los márgenes de ambos ríos. En la actualidad, el Valle está completamente cerrado, excepto en su lado oeste, por montañas cubiertas de una espesa y verde vegetación. Desde siempre, en sus tierras se ha cultivado la caña de azúcar y es fácil encontrarse con una imponente palma real cada pocos metros.
Llama la atención una construcción conocida como “El Mirador de Monserrate”, un antiguo muro que circunda la elevación, y que fue bautizado así al ser levantado por inmigrantes catalanes en honor a la Virgen de Montserrat.


El nombre del Valle, según cuenta la leyenda, proviene del grito que daban los tainos (cultura predominante en la isla de Cuba antes de que llegaran los europeos) al lanzarse desde uno de los riscos en el valle para quitarse la vida. Se dice que fueron muchos los que prefirieron suicidarse antes de aguantar el trato recibido por los colonizadores. Entonces, cuenta la historia popular, que se subían a un risco y dando el grito de “Yu murí” (Yo muero), se arrojaban al vacío.
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